Se anuncia. Al barrer las viejas costras
del árbol nuevo
incipiente creación misteriosa:
el brote del germen siendo
a llamadas no funestas, sí con bríos
con la explosión aliciente
con la argo-luna creciente
y el sueño tras bajo velo.
Melancolía infame el encierro,
fugaz, permanente, inicuo
caudal de fuego artificio
pasos de un solo juego.
Se anuncia, y ya se acerca
se acerca sola:
amparo simple es su sosiego.
Viajera andante en recurrente andamio
son sus prisas directriz del pensamiento.
Y en el Karma omnisciente y siempre etéreo
fustiga con pandemias circulares
arremolina en inicios ya rituales
una vez más caídas en desierto.
Cae la noche y va sembrando
en el maíz entrañable
en la cornisa inviable
en desvanes sempiternos
paisajes solitarios y gestantes matrices
engendrantes matrices de humo gris y desconsuelo.
Sigue recorriendo, andante de las noches,
los espacios vacíos de tu imperio.
Gran monarca de los árboles del bosque
van barriendo costras viejas vientos nuevos.
Y hay direcciones vejadas...
son fortuna del destino: el desconcierto.
Va brotando como en génesis parcial
nuevamente el desarraigo de lo presto.
Es, se anuncia llamativa
la llegada de este embrión...
el enunciado embrionario de un regreso.
Se siente hasta tanto embrionaria la expresión
del retorno de la vida, de la vida en viro eterno.